martes, 28 de junio de 2011

Crece un asentamiento y ya tiene viviendas de 4 pisos

17/06/11
En Chacarita, duplicó su población en 3 años. Es un terreno ferroviario sin los servicios básicos. En 2008 vivían 1.700 personas y hoy estiman que hay cerca de 3.000. Los vecinos se quejan por la inseguridad y los habitantes piden la urbanización.

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No hay agua potable, ni cloacas y sólo algunos sectores tienen luz eléctrica legal. Existe desde hace 10 años, pero en los últimos 18 meses creció, según advierten los vecinos, casi hasta duplicarse . El asentamiento de Chacarita, sobre Fraga al 900, ya tiene viviendas de hasta cuatro pisos , levantadas sin control, y hoy viven allí unas 3 mil personas. Un tercio de ellas, menores. Los vecinos del barrio se oponen a que siga creciendo y la relacionan con el aumento de la inseguridad.
El asentamiento está ubicado sobre un predio de dos manzanas que pertenecían al ferrocarril Urzquiza y al ONABE, entre las calles Teodoro García, Fraga y Céspedes, a dos cuadras del tren y del subte B, y en una zona donde hay muchas pequeñas empresas e instituciones. En ese lugar, conocido como “el playón de Chacarita”, casi todas las viviendas son de ladrillos y crecen de manera irregular, con riesgo de derrumbe . Al principio, cuando empezó a formarse el asentamiento, tras la crisis de 2001, las construcciones eran bajas, y más precarias, incluso levantadas con cartones y chapas. En 2006 todavía había algunas viviendas muy sencillas y pocas de material. Pero en 2009 ya se contaban muchas de hasta tres pisos de altura. Hoy, las más altas llegan a los cuatro pisos, y se ve toda una parte nueva, sobre Céspedes y Guevara, que hace dos años no estaba. Las que dan a la calle Fraga ya tienen numeración pintada por los mismos ocupantes, como si estuvieran habilitadas. Y lo mismo ocurre con las que están sobre Céspedes.
Según cuentan los mismos habitantes, los primeros que llegaron al playón, hace una década, fueron obreros ferroviarios que se instalaron para vivir dentro del terreno. Y con el tiempo se fueron sumando más ocupantes, muchos de ellos de otras villas donde ya no podían seguir pagando alquileres . Los que están hoy viven del cartoneo o de trabajos esporádicos y en negro. Hay muchos grupos familiares y un tercio son chicos de hasta 14 años que van a la escuela. A simple vista, el asentamiento comparte puntos en común con la Villa 31: las dos están sobre terrenos ferroviarios en desuso, son motivo de peleas entre Nación y Ciudad, y tienen proyectos de urbanización.
La villa ya no puede crecer en ancho, pero sí en alto. Los pasillos internos son de tierra y los días de lluvia suelen inundarse impidiendo el paso. Las pocas canillas no dan abasto, abundan los pozos ciegos y las cloacas son tendidos improvisados que suelen colapsar. Hasta hace poco, además, la mayoría tenía instalaciones de luz ilegales, pero hoy, después de un amparo y cuatro incendios, el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) está reorganizando el tendido y prometen iniciar las obras de cloacas . Por ahora, las napas abiertas favorecen el contacto directo con desagües contaminados. Y todavía se ven los cables de luz colgados de manera ilegal.
En abril, la diputada de la Coalición Cívica, Fernanda Reyes, presentó un proyecto de ley ante el Congreso para que la Nación efectivice el traspaso de los terrenos a la Ciudad y se pueda avanzar con un plan de urbanización. Sin embargo, desde el mismo partido advierten que será difícil que la ley salga este año. En sus argumentos, el proyecto sostiene que la mayoría de las casas son de un sólo ambiente y que en muchas de ellas viven familias con más de siete miembros, incluso con enfermedades de la piel, respiratorias y digestivas.
Los habitantes del playón apoyan la urbanización, pero los vecinos y comerciantes del barrio, están en contra del asentamiento. Y aseguran que crecieron los delitos, que las ambulancias no se acercan al lugar sin compañía policial , y que los colectivos, a partir de las seis de la tarde, se desvían del recorrido para evitar la villa.
Clarín habló con ellos, pero todos, por temor, pidieron que no se publique su nombre. “La villa crece y nadie controla que entren materiales de obra, están colgados de nuestra luz, colapsan las cloacas”, contó un comerciante. Otro vecino, aseguró que “hay más robos y arrebatos”. Según dicen, la convivencia es imposible. “Cuando nos reunimos con funcionarios de la Nación nos dijeron que es jurisdicción de la Ciudad, pero no hay respuestas. Por eso ahora en el barrio nos estamos movilizando –explicó uno de los vecinos–. Ya juntamos mil firmas y la idea es reunirnos con la comisaría 37 y la Metropolitana (que tiene jurisdicción en la Comuna) para pedirles más vigilancia”. El número de habitantes de la villa es otro punto que enfrenta a unos con otros. Según el IVC, en junio de 2008 vivían 1.714 personas. Sin embargo, no todos aceptan censarse y se estima que son cerca de 3 mil.
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