Pablo Novillo
pnovillo@clarin.com
Surgió cuando un grupo de obreros ferroviarios se instaló dentro del playón de la estación Lacroze, del ferrocarril Urquiza. Con el correr del tiempo se fueron sumando otras familias sin vivienda. La crisis aceleró el proceso, y hoy el asen tamiento de la calle Fraga al 900, en Chacarita, cada vez tiene más casillas y habitantes. A medida que la ocupación crece, también aumentan las quejas de los vecinos, sobre todo por la inseguridad en el barrio.
No es un hecho aislado: según el Instituto de Vivienda de la Ciudad, desde 2001 en las villas porteñas se instalaron 40.000 personas más, y hoy viven 150.000 personas, lo que equivale a un 5% de la población de la Capital. La usurpación y saqueo de las torres del FONAVI de Flores, ocurridos el martes, son un ejemplo del problema social y habitacional en la Ciudad (ver página 41).
"Pasá, pasá. Perdoname que tardé en abrir, pero tengo la puerta cerrada siempre, para que no me roben", cuenta Daniel, un comerciante que trabaja cerca del asentamiento. Uno de sus compañeros agrega: "Después de las ocho de la noche, por esa cuadra no se puede caminar".
Los vecinos se quejan, pero por temor piden que no se publiquen sus nombres. Uno de ellos contó: "Tuve que pagarle a la Policía para que pusiera un vigilante, porque me cansé de que asaltaran a mis clientes cuando me venían a ver". Preocupados, los vecinos y algunos empleados del ferrocarril coinciden en señalar que, paulatinamente, va llegando cada vez más gente al lugar. Algunos deslizan que esa llegada de gente estaría propiciada por organizaciones piqueteras.
Las tierras del asentamiento, que pertenecen al Estado nacional, están ubicadas detrás del paredón de la terminal Lacroze. En partes de esa pared, los habitantes del asentamiento hicieron agujeros e instalaron puertas. El único acceso real al lugar es un portón que queda sobre Fraga a la altura de Palpa. A lo largo del paredón también se pueden ver unos cables naranjas, evidencia de la instalación clandestina a la red de electricidad.
Y fue precisamente la luz lo que motivó una particular protesta: hace un mes, los habitantes hicieron un piquete, con quema de neumáticos incluida, en Fraga y avenida Forest, porque les habían cortado la conexión.
Hace dos años, los vecinos juntaron más de 450 firmas y le llevaron petitorios al Gobierno de la Ciudad para que "reordenara la zona": pedían mayor seguridad y limpieza, más luz en Fraga y que se evitara la quema de elementos tóxicos (dentro del asentamiento hay un galpón que utilizan cientos de cartoneros). En el Gobierno porteño reconocieron que la queja vecinal era "válida", realizaron controles con la Policía y, aseguran, pidieron el traspaso de la tierra de la Nación a la Ciudad, para encausar los problemas. Pero, según la gente, no hubo cambios y el asentamiento siguió creciendo.
No es un hecho aislado: según el Instituto de Vivienda de la Ciudad, desde 2001 en las villas porteñas se instalaron 40.000 personas más, y hoy viven 150.000 personas, lo que equivale a un 5% de la población de la Capital. La usurpación y saqueo de las torres del FONAVI de Flores, ocurridos el martes, son un ejemplo del problema social y habitacional en la Ciudad (ver página 41).
"Pasá, pasá. Perdoname que tardé en abrir, pero tengo la puerta cerrada siempre, para que no me roben", cuenta Daniel, un comerciante que trabaja cerca del asentamiento. Uno de sus compañeros agrega: "Después de las ocho de la noche, por esa cuadra no se puede caminar".
Los vecinos se quejan, pero por temor piden que no se publiquen sus nombres. Uno de ellos contó: "Tuve que pagarle a la Policía para que pusiera un vigilante, porque me cansé de que asaltaran a mis clientes cuando me venían a ver". Preocupados, los vecinos y algunos empleados del ferrocarril coinciden en señalar que, paulatinamente, va llegando cada vez más gente al lugar. Algunos deslizan que esa llegada de gente estaría propiciada por organizaciones piqueteras.
Las tierras del asentamiento, que pertenecen al Estado nacional, están ubicadas detrás del paredón de la terminal Lacroze. En partes de esa pared, los habitantes del asentamiento hicieron agujeros e instalaron puertas. El único acceso real al lugar es un portón que queda sobre Fraga a la altura de Palpa. A lo largo del paredón también se pueden ver unos cables naranjas, evidencia de la instalación clandestina a la red de electricidad.
Y fue precisamente la luz lo que motivó una particular protesta: hace un mes, los habitantes hicieron un piquete, con quema de neumáticos incluida, en Fraga y avenida Forest, porque les habían cortado la conexión.
Hace dos años, los vecinos juntaron más de 450 firmas y le llevaron petitorios al Gobierno de la Ciudad para que "reordenara la zona": pedían mayor seguridad y limpieza, más luz en Fraga y que se evitara la quema de elementos tóxicos (dentro del asentamiento hay un galpón que utilizan cientos de cartoneros). En el Gobierno porteño reconocieron que la queja vecinal era "válida", realizaron controles con la Policía y, aseguran, pidieron el traspaso de la tierra de la Nación a la Ciudad, para encausar los problemas. Pero, según la gente, no hubo cambios y el asentamiento siguió creciendo.
cada vez llega mas y mas "gente"... el gobierno no hace nada... no s[e que esperan????
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