miércoles, 18 de abril de 2012

Para tener en cuenta.....

El estrecho y laberíntico pasillo parece no tener fin. De pronto, una leyenda escrita con aerosol amarillo en una pared lo resume todo:
"Nadie me quiere, todos me odian, me disen [sic] pobre «fisura»". Arruinados por el "paco" (pasta base), adolescentes y jóvenes, sentados en el piso con la mirada perdida, son fantasmas a los que se les escapa la vida.

Durante una recorrida por el asentamiento, La Nacion pudo ver cómo viven hoy los adictos en la villa (*) 21-24, también conocida como Zabaleta, en Barracas. Allí, los narcos suelen echar por la fuerza a los humildes dueños de casas precarias de material para instalar sus "quioscos" de venta de drogas. Cuando uno es detenido, el negocio no termina. Horas después ya hay otra persona que abrió el negocio y sigue con la venta.
No hay una banda en particular, sino varias que están bien organizadas y armadas. Así lo relatan fuentes judiciales, policiales y los propios vecinos. Los voceros consultados explican que cada villa porteña tiene su particularidad: los narcos operan, dicen, según las características del asentamiento. (NE: En Argentina se llama villas miseria o simplemente villas a asentamientos informales formados por viviendas precarias).

Dentro de la villa Zabaleta los narcos cuentan con colaboradores que les avisan de la presencia de visitas extrañas por las calles. "Ante una situación que no es normal, los chicos campana, que se apostan en la puerta de las casillas, comienzan a silbar para que la droga sea descartada", explicó un policía.

En la villa 15, más conocida como Ciudad Oculta, en Mataderos, los puestos de venta de droga, sobre todo de paco, son regenteados por mujeres embarazadas o madres solteras. "Compran las tizas de droga, las rayan y hacen las dosis de paco", afirmó a LA NACION un vocero judicial.

En la villa 1-11-14, en el Bajo Flores, todavía existe un dominio territorial de Marco Antonio Estrada González, alias "Marcos", detenido y a la espera de ser juzgado. En febrero pasado, detectives de la División Operaciones Metropolitanas de la Policía Federal, al mando del comisario Enrique Villarruel, detuvieron a un delincuente de nacionalidad peruana conocido con el alias "Feite".

Según informaron los voceros policiales y judiciales consultados, Feite era un lugarteniente de Marcos, le llevaba la contabilidad de los negocios espurios de la droga. Fue apresado en un pasillo, cuando intentaba escapar del procedimiento policial. En una casilla que funcionaba como taller textil, se secuestraron 30 kilos de marihuana. "Los narcos protegen a sus clientes y consumidores. La gente que llega a la villa 1-11-14 para comprar cocaína es custodiada", afirmaron las fuentes consultadas.

Marcos, al igual que otros narcos de la villa 1-11-14, fue integrante del grupo guerrillero peruano Sendero Luminoso.
Reinó en el Bajo Flores con el poder de la droga y de las balas, donde se llegó a contabilizar una veintena de muertes. Fue apresado en Paraguay, donde se había escapado de la justicia argentina.

Los narcos, como en el caso de Feite, nunca acopian la droga para vender en la casilla donde viven. Lo hacen en otros lugares para tratar de evitar que los acusen de ser dueños de los cargamentos, según explicaron voceros policiales y judiciales.

Hace 15 días, en el barrio Rivadavia, a pocos metros de la 1-11-14, fue hallado asesinado de un balazo en el pecho Rodrigo Ezcurra, un estudiante de Filosofía y Letras de la UBA y vecino de Palermo. Según informaron a LA NACION fuentes policiales, se sospecha que la víctima fue ultimada en un robo después de haber comprado droga en el asentamiento.

"Sin una integración de las villas a la ciudad va a crecer el caldo de cultivo para que los chicos sigan consumiendo. Tiene que haber una política de Estado para combatir este flagelo, porque en los barrios donde domina la pobreza y la exclusión, muchas veces la primera oportunidad que tiene la gente es la droga. Por ejemplo, en esta zona de la ciudad hacen falta tres escuelas", afirmó a LA NACION el sacerdote Gustavo Carrara, que lleva adelante su tarea pastoral y misionera dentro de la villa 1-11-14.

Carrara fue uno de los denominados curas villeros, que, en abril del año pasado, firmó un documento en el que se denunció:
"La droga está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir, sin ser prácticamente molestado. Habitualmente, ni la fuerza pública ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos chicos, que tienen veneno en sus manos".


En un año se hicieron 135 allanamientos:

Desde febrero de 2009 hasta la fecha, el Juzgado Federal N° 12, a cargo del magistrado Sergio Torres y el secretario Diego Iglesias, y la División Operaciones Metropolitanas de la Policía Federal hicieron 135 allanamientos en Ciudad Oculta, en la villa Zabaleta, en la 31 y 31 bis, en Retiro, y en el barrio de emergencia Presidente Perón, en Saavedra. Se originaron 65 causas judiciales vinculadas al narcotráfico, en las que se secuestraron 5.000.000 de dosis de paco, 2.800.000 dosis de marihuana, se incautaron de 31 armas de fuego, 500 proyectiles y dos chalecos antibalas. De las 107 personas detenidas, 50 están por ser sometidas a juicio.

"Mientras podamos ingresar con la policía, no se puede decir que las villas porteñas están favelizadas. De los 135 allanamientos hechos, en una sola oportunidad un sospechoso abrió fuego contra la policía", dijo a LA NACION una alta fuente judicial.

El jefe de la Policía Metropolitana, Eugenio Burzaco, coincidió: "Los asentamientos porteños no están favelizados. La situación de Brasil es espeluznante, allí los narcos instalaron misiles antiaéreos. Nosotros debemos trabajar en la prevención para evitar que el problema se agrande".

Sobre la presunta connivencia de los narcos con la policía, un investigador judicial sostuvo: "Más allá de una posible complicidad, nosotros trabajos con brigadas especiales, como la División Operaciones Federales, porque la problemática de las drogas y la actividad de los narcos exceden el trabajo de una comisaría".